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“Los medios fomentan el desprestigio de los movimientos sociales”
A tres meses de tomar las calles, el movimiento estudiantil tiene el 80 por ciento de apoyo y una “transversalidad” pocas veces vista. Su líder explica sus objetivos y razones. Por Christian Palma
Desde Santiago
No es fácil conseguir una entrevista con Camila Vallejo. Literalmente, hay que ponerse en la fila entre varios periodistas chilenos y extranjeros para robarle un pedacito de su agenda. No es amiga de la prensa chilena, mayoritariamente de derecha. Y se nota. Aun así, la joven de 23 años responde con esa claridad que la ha llevado a convertirse en el rostro más visible del movimiento estudiantil que tiene en jaque al gobierno de Sebastián Piñera y que ve cómo el modelo neoliberal que defiende tambalea a causa del descontento social liderado por la fuerza de los estudiantes y secundado por los profesores, los trabajadores y miles de rostros anónimos que se aburrieron de los abusos a todo nivel. Pues bien, la egresada de geografía de la Universidad de Chile y presidente de los alumnos de ese establecimiento encabeza una nueva camada de líderes que no sufrieron los horrores de la dictadura, se enfrentan con desfachatez a autoridades que hasta les triplican la edad y se lucen en el escenario donde les toque defender sus ideas, como ha quedado demostrado en el Congreso chileno, canales de TV y las redes sociales. La solidez de sus argumentos, tildados muchas veces de intransigentes, no son obstáculos para que Camila, nieta de un ex integrante del Movimiento Izquierdista Revolucionario (MIR) e hija de militantes comunistas, logre convocar a miles de chilenos en las calles, consiga el 80 por ciento de adhesión ciudadana a las demandas estudiantiles y cientos de chicas –sin ella quererlo– imiten su look de jeans gastados, pañuelo artesanal al cuello y piercing en la nariz.
Hoy Vallejo y los demás líderes secundarios y universitarios se sentarán a la mesa junto a Piñera y varios de sus ministros a intentar destrabar un conflicto que se extiende ya por más de tres meses. La Moneda será el marco para una jornada que puede marcar el inicio del fin. O tal vez no, dado que el presidente ya descartó la gratuidad de la educación, uno de los puntos centrales del petitorio de los universitarios y secundarios.
–Muchos chilenos se van a Argentina a estudiar porque les sale más barato pagar una pensión allá que una carrera en Chile. Según la Asamblea de Estudiantes Chilenos Exiliados por la Educación, son entre 4500 y 5000, repartidos en la UBA, La Plata y el IUNA.
–Es un hecho claro que ejemplifica el porqué hoy nos encontramos en medio de una lucha tan masiva y transversal. Vivimos en un país donde la educación, junto a otros servicios básicos, como la salud y la vivienda, son tremendamente caros y, por ende, su provisión de calidad está restringida sólo a quienes pueden pagar. De este modo, una de nuestras principales consignas es la defensa de una Educación digna gratuita y de calidad para todos y todas.
–¿Cuán consistente es este movimiento para resistir al espectro político, no sólo en la derecha y el gobierno?
–El movimiento cuenta con una serie de fortalezas tales como la amplitud que sobrepasa lo meramente estudiantil y lo transforma en un movimiento social; la unidad de los diferentes actores ligados al mundo educacional, quienes tras un largo proceso han podido aunar esfuerzos en pos de generar petitorios unificados; la representatividad del sentir de la ciudadanía, en tanto ha habido procesos democráticos a través de los cuales las discusiones definen las mejores estrategias a utilizar; y, finalmente, cuenta con la experiencia histórica de los diferentes movimientos que nos han precedido, como lo fue el movimiento pingüino del 2006 (la cuna del moviendo actual que tuvo en las cuerdas a Michelle Bachelet, pero que no dio los frutos prometidos). De todas estas herramientas el movimiento se vale para hacer frente a las diferentes artimañas que pueden surgir de la misma articulación de la derecha como del gobierno, de las que, hasta el momento, nos hemos sabido defender.
–¿Qué le parece la actuación del gobierno en el tema? No ha dado respuesta a sus demandas, hace declaraciones desafortunadas e intenta darles un perfil violento a las marchas.
–El gobierno no está escuchando a la ciudadanía, lo que evidencia que está tan dispuesto a seguir defendiendo intransigentemente su modelo educativo que incluso asume el costo de omitir lo que el pueblo ha demandado masivamente durante más de tres meses. Han explotado al máximo las herramientas con las que cuenta junto a la derecha chilena –medios de comunicación, fuerza policial y militar, respaldo de los grandes grupos económicos– para deslegitimar el movimiento, basándose en la mentira tras estrategias populistas. La presión social que este movimiento ha logrado acumular ha obligado a Piñera a mostrar de qué está hecho este gobierno, cuáles son los límites democráticos que está dispuesto a cruzar y a quiénes representa realmente, lo que constituye un enorme desprestigio y desaprobación de su gestión, lo que ya se manifestó en las últimas encuestas, que históricamente ellos mismos han validado. El cuestionamiento a la incapacidad de manejar la demanda social por una educación pública gratuita y de calidad para todos alcanza nuevos niveles en tanto el grado de represión ha sobrepasado cualquier límite de tolerancia de un Estado de Derecho. Durante estos meses de protesta, hemos sido testigos de aberrantes abusos por parte del cuerpo policial, bajo órdenes del Ejecutivo, a través del ministro del Interior y Seguridad Pública, Rodrigo Hinzpeter, lo que llega a su punto más crítico con la muerte de un estudiante la semana pasada.
–¿A qué atribuye el apoyo de la gente?
–Este movimiento ha alcanzado una masividad y transversalidad que nunca antes se había visto desde el retorno a la democracia (1990). Un enorme porcentaje de quienes en su momento apoyaron a Piñera hoy se dan cuenta de que éste no es un ataque directo a su posición sino a un modelo de educación que concibe a la educación como un bien de mercado y no como un derecho, y a un sistema democrático que hoy se reconoce que no da el ancho. El cuestionamiento de la conducta del gobierno por parte de ciudadanos que incluso pertenecen a sectores que en su momento apoyaron al actual presidente deja de manifiesto que sí existe el entendimiento de que la lucha que hoy tenemos es por un derecho a la Educación y un cambio de sistema que va en beneficio de toda la sociedad y el desarrollo de Chile, y no se limita al beneficio de un sector político particular.
–¿Se polarizó el movimiento?
–Para entender este conflicto hay que analizarlo desde dos aristas, por un lado tenemos que en la población la problemática educacional se ha transversalizado, lo que ha generado un apoyo masivo al movimiento desde diversos sectores y actores ligados a la educación. Sin embargo, por otro tenemos a un sector mucho más minoritario e ideológico representado en las clases dominantes, a quienes no les conviene un cambio en la educación, tanto porque el actual sistema beneficia directamente sus bolsillos como porque los mantiene en su posición de privilegiados frente a una población mal educada. Es producto de la intransigente postura de este último sector que las dos grandes alternativas educativas hoy se hayan polarizado. Es decir que la polarización no se encuentra al interior del movimiento estudiantil –el que ha sabido priorizar la unidad actuando en forma conjunta–, sino que representa una enorme contradicción entre los cambios que hoy la ciudadanía está exigiendo frente a una minoría conservadora cuyos intereses el Ejecutivo representa.
–Ha sufrido críticas y ataques. ¿Qué siente cuando dicen que está manejada por el PC?
–Efectivamente, yo soy militante de las Juventudes Comunistas de Chile y eso es algo que nunca he ocultado. Muy por el contrario, algo de lo que me siento totalmente orgullosa, pues es una gran escuela que me ha permitido crecer y de-sarrollarme políticamente. Por lo demás, es de esperar que en la actual situación quienes no estén a la altura del conflicto busquen argumentos como éstos para atacar, no sólo a mi persona, sino también al resto de los dirigentes. Pero lo cierto es que hoy yo represento no sólo a los estudiantes de la Universidad de Chile, sino que también me toca ser la voz de todos los estudiantes del país, en tanto vocera de la Confederación Nacional de Estudiantes de Chile (Confech), y la legitimidad que tanto los estudiantes como la ciudadanía ha efectuado a mi desempeño creo que deja de manifiesto que esas acusaciones no son más que sucias estrategias desesperadas de quienes, como dije anteriormente, no han sido capaces de ganar el debate de las ideas.
–¿Se plantea seguir siendo dirigente a futuro, más en un país carente de líderes jóvenes?
–En países como Chile, donde los medios de comunicación están dirigidos principalmente por los poderosos, ocurre que los medios fomentan un desprestigio de los movimientos sociales y a sus mismos dirigentes, como ocurrió en México. Sin embargo, el movimiento por la educación (en Chile) ha sido tan transversal que, independiente de los desprestigios de la prensa, la ciudadanía sigue apoyando la causa y cada vez con más intensidad. Respecto de mi futuro, he planteado en diversos medios que tengo una proyección personal de carácter académico, es decir, me gustaría terminar mi carrera y continuar esa senda. Sin embargo, concibo los cargos de representación como una responsabilidad y en ningún caso un privilegio, por lo que a priori no puedo decir que no continuaré teniendo cargos de representación popular.
–¿Cómo toma esa responsabilidad?
–Creo que la esperanza en que los logros de este movimiento no se pierdan, así como la responsabilidad tras ella, es compartida por la totalidad de los involucrados. Si bien a veces suele iconizarse el movimiento en mi persona, tenemos muy claro que los logros, como la construcción de éstos, nos pertenecen a todos. Confío, sin embargo, en que hemos hecho las cosas bien, lo que se demuestra por el increíble apoyo ciudadano que, a más de tres meses de iniciada esta movilización, aún tenemos. Bajo estas condiciones de juego, si el movimiento no logra ver satisfechas sus demandas, será responsabilidad de la intransigencia del gobierno y de la traición de la ciudadanía por parte de la derecha chilena, lo que no estaremos dispuestos a tolerar.
–¿Qué opina del rol de la Concertación en todo esto?
–La Concertación ha jugado un rol bastante oportunista tratando de obtener réditos políticos respecto de lo que ocurre hoy en el país. En ese sentido vemos cómo hoy personeros de dicha colectividad salen a criticar el modelo educacional, como por ejemplo el ex presidente Ricardo Lagos, quien hoy señala “que el modelo ya no aguanta más”, y pareciera que olvidan que ellos mismos fueron quienes administraron y profundizaron la mercantilización de la educación y que, por otro lado, un importante sector de dicha colectividad hoy son sostenedores de colegios e invierten en el negocio de la Educación Superior. A pesar de esto, dado el nivel de participación que tiene la Concertación en el Parlamento, le corresponde responder a la altura de lo que sus declaraciones a favor del movimiento han indicado. Es decir, deben asegurar que los proyectos de ley que han surgido de estas movilizaciones representen íntegramente lo que la demanda social ha establecido, y por ningún motivo vuelvan a negociar a espaldas del movimiento, como terminó ocurriendo con el proceso cúlmine de la Revolución Pingüina del 2006.
Lo dijo en noviembre de 2010
El discurso de Camila Vallejo al asumir en la Fech
Mi nombre es Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling y quisiera, antes que todo, poder expresarle a los presentes el orgullo y el desafío que significa para mí encabezar la Federación de Estudiantes más importante de Chile, es una gran responsabilidad que significa hacerse cargo de 104 años de historia, 104 años de aventuras y desventuras, 104 años de lucha en el seno del movimiento estudiantil.
Y es un orgullo y un gran desafío porque vengo de aquellos lugares que no reciben condecoraciones, de los cuales poco y nada se dice, porque poco y nada se sabe, lugares que a veces incluso se les llega a olvidar.
Mis estudios secundarios los cursé en un pequeño colegio cuyo nombre significa tierra florida; extraña paradoja, ya que en sus patios se respiraba más tierra que flores y en sus salas de madera se acumula el polvo de generaciones de alumnos no emblemáticos, que nunca llegaran a ocupar los puestos de poder más importantes de nuestro país.
Mi carrera, una de las más pequeñas de esta Universidad, casi no se encuentra en el consciente colectivo, se pierde entre los pasillos de la FAU y se confunde con otras disciplinas. La Geografía en esta Universidad casi no tiene tiempo ni espacio, otra paradoja.
Sin embargo, lo más terrible es darse cuenta que de pronto esto no pasa solo en Geografía, sino que también en Administración Pública, que es carrera de ocho a seis, porque después de las seis de la tarde no hay Universidad para ellos, una carrera que debiese ser fundamental para fortalecer el sistema público. Y también ocurre en Educación y de pronto, nos damos cuenta que no son solo unas pocas carreras, sino que es toda una rama del saber, es toda un área del conocimiento la que ha caído en la pobreza universitaria como consecuencia de las lógicas del mercado implementadas ya a lo largo de estos últimos treinta años.
Y de lo pequeño y olvidado de mi lugar de origen, se suma además, mi corto tiempo de vida, con 22 años, vengo a ser la segunda mujer presidenta de la Fech en más de cien años de historia. Y usted rector tendrá el privilegio de ser el segundo en la historia de la Universidad que es acompañado por una mujer en la presidencia de nuestra federación de estudiantes.
Ahora bien, puede que en este momento me toque a mí ejercer el cargo de Presidenta, sin embargo, debo decir que yo sola jamás habría logrado todo esto y que mis manos son tan solo un par más dentro de tantas otras, y en donde todas juntas son las que levantan este proyecto colectivo que se llama Estudiantes de Izquierda, el cual ya se encamina a su tercer período consecutivo al mando de nuestra Federación.
Si me permiten contarles un poco acerca de Estudiantes de Izquierda, debo decirles que como colectivo político estamos presentes en amplios espacios de nuestra Universidad, que en nuestro interior se expresa la máxima diversidad estudiantil, que entendemos que la izquierda debe construirse con participación y democracia y que esta elección en donde hemos aumentado en casi 400 votos respecto de la elección anterior, nos demuestra que como movimiento estamos vinculados orgánicamente con las bases estudiantiles de nuestra Universidad.
Como Estudiantes de Izquierda sentimos la responsabilidad ética de hacer política, porque la administración del poder por los poderosos de siempre nos obliga a entrometernos en sus asuntos, porque estos asuntos son también nuestros asuntos y porque no podemos dejar que unos pocos privilegiados sean quienes eternamente definan las medidas y contornos que debe tener nuestra patria, ajustándola siempre a sus pequeños intereses.
Creemos que la clave del éxito para el movimiento estudiantil está en volver a situar a la Federación en una posición de vanguardia a nivel nacional, en volver a entretejer redes sociales con los pobladores, los trabajadores, las organizaciones sociales y gremiales, los jóvenes que se quedaron fuera de la Universidad pateando piedras, en otras palabras, hablamos de volver nuestra mirada al conjunto de los problemas sociales que hoy rodean a la Universidad y con los cuales estamos íntimamente vinculados y comprometidos.
Debemos romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la comunidad y la colaboración entre nosotros.
Somos contrarios a la visión de que la Universidad es solo venir, sacarse buenas notas, y abandonar cuanto antes sus aulas para salir pronto a ganar dinero en el mercado laboral, tenemos los ojos lo suficientemente abiertos como para darnos cuenta que afuera hay un mundo entero por conquistar, que este mundo requiere de nuestra entrega, de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio y que para quienes ya hemos abierto los ojos a las inequidades sociales que asoman por todos los rincones de nuestra ciudad, se nos vuelve imposible volver a cerrar la puerta y hacer como que nada hemos visto o como que nada ha pasado. Nuestro compromiso por la transformación social es irrenunciable.
Porque necesitamos hoy, más que nunca, una profunda discusión respecto del país que queremos construir y a partir de aquello cuál es el tipo de Universidad que se pondrá al centro de dicha construcción.
Porque no creemos en la Universidad como un espacio neutro dentro de la sociedad, la universidad es un agente vivo en su construcción y en el desarrollo del proyecto país que como ciudadanos levantamos día a día. Nuestra responsabilidad está en generar organización al interior de aquella, lo cual nos permita transformar la universidad, para así poder transformar la sociedad.
Nuestro concepto de Universidad nos habla de un espacio abierto, participativo y democrático, con una comunidad universitaria activa, dialogante, una comunidad que se involucra en el diseño y conducción de su casa de estudios.
Nuestra visión es la de una Universidad que se ubique ya no en los primeros rankings de la competencia o el marketing universitario, de los cuales hoy en día mucho se habla, sino que se ubique en el primer lugar de aporte al desarrollo social del país, el primer lugar en el fomento de la equidad en cuanto a la composición social de sus estudiantes, que ocupe el primer lugar en el desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio de los intereses de Chile y su pueblo.
Creemos en una Universidad permanentemente vinculada con los problemas que nuestro pueblo le presenta, activa en la búsqueda de soluciones y en la entrega de aportes por medio del conocimiento.
Sin embargo, nuestra realidad actual dista mucho de estos conceptos brevemente aquí esbozados, hoy la Universidad es cada vez más un proyecto sin otro norte que no sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le ha puesto precio y nuestras Universidades son medidas por criterios industriales de producción como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la nación, una empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo, pero empresa al fin y al cabo.
En este esquema, un rol fundamental lo jugó el desfinanciamiento sistemático que vivió la Universidad Pública al momento de implementarse las políticas neoliberales. El autofinanciamiento, establecido como doctrina, fue un golpe seco que dio en la esencia misma de lo que constituía el quehacer universitario hasta ese momento, condicionando y sometiendo a la Universidad a lógicas y esquemas mercantiles que le eran desconocidos. La Universidad Pública tuvo que verse obligada a competir en situaciones desfavorables en lo que se llamó el nuevo mercado de la educación superior, se le puso precio, tuvo que venderse a sí misma para poder captar mayores recursos y continuar así con su proyecto educativo, perdió su brillo y su color, perdió su esencia transformadora y quedó botada en un rincón, ya incapaz de reconocerse a sí misma.
Estamos hablando que se operó un cambio estratégico en el desarrollo de la Universidad, el cual ha sido irremontable hasta este momento. Con ello hubo sectores importantes del quehacer universitario que producto de su no rentabilidad económica fueron cayendo rápidamente en la desgracia y el abandono, las Universidades Públicas se volcaron a sí mismas, viviendo casi un chauvinismo institucional, donde cada una se preocupaba de su propia sobrevivencia, perdiéndose la visión de conjunto que poseía nuestro antiguo sistema de educación superior pública.
Este procedimiento operado en plena dictadura, siguió su curso con los gobiernos de la Concertación, la cual no operó mayores cambios, más bien, se dedicó a administrar con comodidad el modelo heredado y en algunas líneas, incluso, lo profundizó. No obstante lo anterior, pasaron los años y el control del gobierno volvió a las manos de quienes tiempo atrás habían gobernado con trajes de civiles detrás de los uniformes de soldado.
Según nuestra mirada, esto representa un peligro fatal para la Universidad Pública hoy día, creemos que el gobierno de los empresarios busca poner el broche de oro a la privatización total de la educación superior, sellando definitivamente la obra que iniciaron desde las sombras en los años ochenta. La designación de Harald Beyer y Álvaro Saieh en nuestro Consejo Universitario, dos grandes defensores del modelo de mercado y el actual presupuesto nacional en el área de la educación superior son dos grandes indicativos de aquello. Son medidas que nos muestran nítidamente que el gobierno se apresta a poner en marcha una agenda privatizadora a gran escala y que, por lo tanto, el año 2011 será estratégico en su implementación.
Esta será una batalla importante que enfrentará nuestro sector el próximo año, para dar respuesta a este desafío debemos desplegar un movimiento que escape a tan solo los estudiantes, necesitaremos de los académicos, los trabajadores, las autoridades universitarias, todos juntos en las calles exigiendo que el Estado cumpla con sus Universidades, que el Estado cumpla con la educación superior pública de nuestro país.
Pero el problema no pasa tan solo por exigirle al Estado lo que a nuestras Universidades le debe, sino que también debemos mirarnos con visión autocritica y preguntarnos qué es lo que como Universidad le estamos entregando a nuestro pueblo. Necesitamos un nuevo trato del Estado para con la educación superior pública de nuestro país y, a la vez, necesitamos un nuevo compromiso de las Universidades Públicas para con el pueblo de Chile y sus intereses, esta Universidad tiene que ser la Universidad de todos los chilenos y no solo la de unos pocos.
A nadie le es indiferente que en nuestra casa de estudios se perpetúen desigualdades fundamentales que determinan, por ejemplo, que el 20% más rico de la población tenga más del 50% de las matrículas, en cualquier sociedad que se precie de ser justa y democrática esta desigualdad fundamental es inaceptable.
¿Seguiremos educando solo a las élites socioeconómicas?, o, ¿Nos aseguraremos de implementar un sistema de acceso que permita que todos los jóvenes con talentos y habilidades, independiente de su origen y capacidad de pago, puedan permanecer en la Universidad?
¿Seguiremos dejando que solo aquellas disciplinas que son rentables en el mercado alcancen niveles de desarrollo armónicos y de excelencia?, o, ¿Aseguraremos de manera efectiva que todas las áreas del conocimiento tengan un trato justo y así puedan contribuir a consolidar la sociedad que anhelamos, ya no solo en términos económicos, sino que en términos culturales, intelectuales, cívicos, valóricos, es decir, con seres humanos íntegros?
Por más que quieran hacernos creer lo contrario, para nosotros la Universidad no puede ser un negocio ni mucho menos la educación puede ser una mercancía.
La pelea será dura, pero está el futuro de la Universidad en juego y en esta batalla nosotros no bajaremos los brazos.
No quiero terminar mis palabras sin antes aludir a un hecho que para mí reviste gran notoriedad, algo señalaba más arriba pero quisiera ahora poder extenderme un poco más en aquello, me refiero a mi condición de mujer.
Como mujer puedo ver y vivenciar en carne propia las actuales formas de opresión de la que somos víctimas en la actual configuración machista de la sociedad. En Chile nos decimos un país desarrollado y nos llenamos de orgullo por nuestro reciente ingreso a la OCDE, no obstante, detrás de la cortina del progreso económico y del optimismo del jaguar latinoamericano se esconde una historia de opresión y sexismo que aún perdura hasta nuestros días. Las mujeres seguimos sufriendo hoy día todo tipo de discriminaciones, a la hora de buscar trabajo, en los planes de cobertura para nuestra salud, en la escala de sueldos, incluso a la hora de participar en política.
Tan solo ayer leía unas ideas que quisiera poder trasladarles en este momento ya que me parecen esclarecedoras respecto de lo que les quiero decir, abro comillas “respecto de las mujeres, cuando buscan trabajo, además de calificación se le pide presencia y no basta con que sean amables y generosas, sino que deben además ser graciosas, simpáticas y coquetas, pero no mucho. Se les exige estar presentables y cuando juzgan que se ha pasado un milímetro, se les critica por presuntuosas. Se les elogia por ser madres y se les excluye por tener hijos.
De la mujer se sospecha cuando es joven porque desestabiliza a la manada y se le rechaza cuando los años pasan porque ha perdido competitividad. Es excomulgada por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva, en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de mediocre”, cierre de comillas.
Estas son las condiciones en las cuales las mujeres nos desarrollamos actualmente, estas son las condiciones que desde mi Presidencia también buscaré transformar.
Muchas gracias.
Y es un orgullo y un gran desafío porque vengo de aquellos lugares que no reciben condecoraciones, de los cuales poco y nada se dice, porque poco y nada se sabe, lugares que a veces incluso se les llega a olvidar.
Mis estudios secundarios los cursé en un pequeño colegio cuyo nombre significa tierra florida; extraña paradoja, ya que en sus patios se respiraba más tierra que flores y en sus salas de madera se acumula el polvo de generaciones de alumnos no emblemáticos, que nunca llegaran a ocupar los puestos de poder más importantes de nuestro país.
Mi carrera, una de las más pequeñas de esta Universidad, casi no se encuentra en el consciente colectivo, se pierde entre los pasillos de la FAU y se confunde con otras disciplinas. La Geografía en esta Universidad casi no tiene tiempo ni espacio, otra paradoja.
Sin embargo, lo más terrible es darse cuenta que de pronto esto no pasa solo en Geografía, sino que también en Administración Pública, que es carrera de ocho a seis, porque después de las seis de la tarde no hay Universidad para ellos, una carrera que debiese ser fundamental para fortalecer el sistema público. Y también ocurre en Educación y de pronto, nos damos cuenta que no son solo unas pocas carreras, sino que es toda una rama del saber, es toda un área del conocimiento la que ha caído en la pobreza universitaria como consecuencia de las lógicas del mercado implementadas ya a lo largo de estos últimos treinta años.
Y de lo pequeño y olvidado de mi lugar de origen, se suma además, mi corto tiempo de vida, con 22 años, vengo a ser la segunda mujer presidenta de la Fech en más de cien años de historia. Y usted rector tendrá el privilegio de ser el segundo en la historia de la Universidad que es acompañado por una mujer en la presidencia de nuestra federación de estudiantes.
Ahora bien, puede que en este momento me toque a mí ejercer el cargo de Presidenta, sin embargo, debo decir que yo sola jamás habría logrado todo esto y que mis manos son tan solo un par más dentro de tantas otras, y en donde todas juntas son las que levantan este proyecto colectivo que se llama Estudiantes de Izquierda, el cual ya se encamina a su tercer período consecutivo al mando de nuestra Federación.
Si me permiten contarles un poco acerca de Estudiantes de Izquierda, debo decirles que como colectivo político estamos presentes en amplios espacios de nuestra Universidad, que en nuestro interior se expresa la máxima diversidad estudiantil, que entendemos que la izquierda debe construirse con participación y democracia y que esta elección en donde hemos aumentado en casi 400 votos respecto de la elección anterior, nos demuestra que como movimiento estamos vinculados orgánicamente con las bases estudiantiles de nuestra Universidad.
Como Estudiantes de Izquierda sentimos la responsabilidad ética de hacer política, porque la administración del poder por los poderosos de siempre nos obliga a entrometernos en sus asuntos, porque estos asuntos son también nuestros asuntos y porque no podemos dejar que unos pocos privilegiados sean quienes eternamente definan las medidas y contornos que debe tener nuestra patria, ajustándola siempre a sus pequeños intereses.
Creemos que la clave del éxito para el movimiento estudiantil está en volver a situar a la Federación en una posición de vanguardia a nivel nacional, en volver a entretejer redes sociales con los pobladores, los trabajadores, las organizaciones sociales y gremiales, los jóvenes que se quedaron fuera de la Universidad pateando piedras, en otras palabras, hablamos de volver nuestra mirada al conjunto de los problemas sociales que hoy rodean a la Universidad y con los cuales estamos íntimamente vinculados y comprometidos.
Debemos romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la comunidad y la colaboración entre nosotros.
Somos contrarios a la visión de que la Universidad es solo venir, sacarse buenas notas, y abandonar cuanto antes sus aulas para salir pronto a ganar dinero en el mercado laboral, tenemos los ojos lo suficientemente abiertos como para darnos cuenta que afuera hay un mundo entero por conquistar, que este mundo requiere de nuestra entrega, de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio y que para quienes ya hemos abierto los ojos a las inequidades sociales que asoman por todos los rincones de nuestra ciudad, se nos vuelve imposible volver a cerrar la puerta y hacer como que nada hemos visto o como que nada ha pasado. Nuestro compromiso por la transformación social es irrenunciable.
Porque necesitamos hoy, más que nunca, una profunda discusión respecto del país que queremos construir y a partir de aquello cuál es el tipo de Universidad que se pondrá al centro de dicha construcción.
Porque no creemos en la Universidad como un espacio neutro dentro de la sociedad, la universidad es un agente vivo en su construcción y en el desarrollo del proyecto país que como ciudadanos levantamos día a día. Nuestra responsabilidad está en generar organización al interior de aquella, lo cual nos permita transformar la universidad, para así poder transformar la sociedad.
Nuestro concepto de Universidad nos habla de un espacio abierto, participativo y democrático, con una comunidad universitaria activa, dialogante, una comunidad que se involucra en el diseño y conducción de su casa de estudios.
Nuestra visión es la de una Universidad que se ubique ya no en los primeros rankings de la competencia o el marketing universitario, de los cuales hoy en día mucho se habla, sino que se ubique en el primer lugar de aporte al desarrollo social del país, el primer lugar en el fomento de la equidad en cuanto a la composición social de sus estudiantes, que ocupe el primer lugar en el desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio de los intereses de Chile y su pueblo.
Creemos en una Universidad permanentemente vinculada con los problemas que nuestro pueblo le presenta, activa en la búsqueda de soluciones y en la entrega de aportes por medio del conocimiento.
Sin embargo, nuestra realidad actual dista mucho de estos conceptos brevemente aquí esbozados, hoy la Universidad es cada vez más un proyecto sin otro norte que no sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le ha puesto precio y nuestras Universidades son medidas por criterios industriales de producción como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la nación, una empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo, pero empresa al fin y al cabo.
En este esquema, un rol fundamental lo jugó el desfinanciamiento sistemático que vivió la Universidad Pública al momento de implementarse las políticas neoliberales. El autofinanciamiento, establecido como doctrina, fue un golpe seco que dio en la esencia misma de lo que constituía el quehacer universitario hasta ese momento, condicionando y sometiendo a la Universidad a lógicas y esquemas mercantiles que le eran desconocidos. La Universidad Pública tuvo que verse obligada a competir en situaciones desfavorables en lo que se llamó el nuevo mercado de la educación superior, se le puso precio, tuvo que venderse a sí misma para poder captar mayores recursos y continuar así con su proyecto educativo, perdió su brillo y su color, perdió su esencia transformadora y quedó botada en un rincón, ya incapaz de reconocerse a sí misma.
Estamos hablando que se operó un cambio estratégico en el desarrollo de la Universidad, el cual ha sido irremontable hasta este momento. Con ello hubo sectores importantes del quehacer universitario que producto de su no rentabilidad económica fueron cayendo rápidamente en la desgracia y el abandono, las Universidades Públicas se volcaron a sí mismas, viviendo casi un chauvinismo institucional, donde cada una se preocupaba de su propia sobrevivencia, perdiéndose la visión de conjunto que poseía nuestro antiguo sistema de educación superior pública.
Este procedimiento operado en plena dictadura, siguió su curso con los gobiernos de la Concertación, la cual no operó mayores cambios, más bien, se dedicó a administrar con comodidad el modelo heredado y en algunas líneas, incluso, lo profundizó. No obstante lo anterior, pasaron los años y el control del gobierno volvió a las manos de quienes tiempo atrás habían gobernado con trajes de civiles detrás de los uniformes de soldado.
Según nuestra mirada, esto representa un peligro fatal para la Universidad Pública hoy día, creemos que el gobierno de los empresarios busca poner el broche de oro a la privatización total de la educación superior, sellando definitivamente la obra que iniciaron desde las sombras en los años ochenta. La designación de Harald Beyer y Álvaro Saieh en nuestro Consejo Universitario, dos grandes defensores del modelo de mercado y el actual presupuesto nacional en el área de la educación superior son dos grandes indicativos de aquello. Son medidas que nos muestran nítidamente que el gobierno se apresta a poner en marcha una agenda privatizadora a gran escala y que, por lo tanto, el año 2011 será estratégico en su implementación.
Esta será una batalla importante que enfrentará nuestro sector el próximo año, para dar respuesta a este desafío debemos desplegar un movimiento que escape a tan solo los estudiantes, necesitaremos de los académicos, los trabajadores, las autoridades universitarias, todos juntos en las calles exigiendo que el Estado cumpla con sus Universidades, que el Estado cumpla con la educación superior pública de nuestro país.
Pero el problema no pasa tan solo por exigirle al Estado lo que a nuestras Universidades le debe, sino que también debemos mirarnos con visión autocritica y preguntarnos qué es lo que como Universidad le estamos entregando a nuestro pueblo. Necesitamos un nuevo trato del Estado para con la educación superior pública de nuestro país y, a la vez, necesitamos un nuevo compromiso de las Universidades Públicas para con el pueblo de Chile y sus intereses, esta Universidad tiene que ser la Universidad de todos los chilenos y no solo la de unos pocos.
A nadie le es indiferente que en nuestra casa de estudios se perpetúen desigualdades fundamentales que determinan, por ejemplo, que el 20% más rico de la población tenga más del 50% de las matrículas, en cualquier sociedad que se precie de ser justa y democrática esta desigualdad fundamental es inaceptable.
¿Seguiremos educando solo a las élites socioeconómicas?, o, ¿Nos aseguraremos de implementar un sistema de acceso que permita que todos los jóvenes con talentos y habilidades, independiente de su origen y capacidad de pago, puedan permanecer en la Universidad?
¿Seguiremos dejando que solo aquellas disciplinas que son rentables en el mercado alcancen niveles de desarrollo armónicos y de excelencia?, o, ¿Aseguraremos de manera efectiva que todas las áreas del conocimiento tengan un trato justo y así puedan contribuir a consolidar la sociedad que anhelamos, ya no solo en términos económicos, sino que en términos culturales, intelectuales, cívicos, valóricos, es decir, con seres humanos íntegros?
Por más que quieran hacernos creer lo contrario, para nosotros la Universidad no puede ser un negocio ni mucho menos la educación puede ser una mercancía.
La pelea será dura, pero está el futuro de la Universidad en juego y en esta batalla nosotros no bajaremos los brazos.
No quiero terminar mis palabras sin antes aludir a un hecho que para mí reviste gran notoriedad, algo señalaba más arriba pero quisiera ahora poder extenderme un poco más en aquello, me refiero a mi condición de mujer.
Como mujer puedo ver y vivenciar en carne propia las actuales formas de opresión de la que somos víctimas en la actual configuración machista de la sociedad. En Chile nos decimos un país desarrollado y nos llenamos de orgullo por nuestro reciente ingreso a la OCDE, no obstante, detrás de la cortina del progreso económico y del optimismo del jaguar latinoamericano se esconde una historia de opresión y sexismo que aún perdura hasta nuestros días. Las mujeres seguimos sufriendo hoy día todo tipo de discriminaciones, a la hora de buscar trabajo, en los planes de cobertura para nuestra salud, en la escala de sueldos, incluso a la hora de participar en política.
Tan solo ayer leía unas ideas que quisiera poder trasladarles en este momento ya que me parecen esclarecedoras respecto de lo que les quiero decir, abro comillas “respecto de las mujeres, cuando buscan trabajo, además de calificación se le pide presencia y no basta con que sean amables y generosas, sino que deben además ser graciosas, simpáticas y coquetas, pero no mucho. Se les exige estar presentables y cuando juzgan que se ha pasado un milímetro, se les critica por presuntuosas. Se les elogia por ser madres y se les excluye por tener hijos.
De la mujer se sospecha cuando es joven porque desestabiliza a la manada y se le rechaza cuando los años pasan porque ha perdido competitividad. Es excomulgada por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva, en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de mediocre”, cierre de comillas.
Estas son las condiciones en las cuales las mujeres nos desarrollamos actualmente, estas son las condiciones que desde mi Presidencia también buscaré transformar.
Muchas gracias.
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