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Afirma el periodista español Pascual Serrano que todo se coordina desde una base militar en el estado de La Florida
Más de 140 millones de dólares. Es la inversión que ha previsto el Pentágono para hacerse propaganda en las redes sociales. Lo recuerda Pascual Serrano, que explica que "el objetivo es crear cuentas falsas de usuarios y perfiles inventados en Facebook o Twitter para crear clima de opinión favorable a temas que convienen al Gobierno de Estados Unidos. Todo ello se coordina desde una base militar en Florida, aunque los perfiles falsos los situarán en diferentes puntos del mundo para ganar credibilidad y dar sensación de ser una línea de pensamiento activa y real. ¿Lo más irónico de todo? El plan se llama Operation Earnest Voice (Operación Voz Seria)".
—¿Es verdad lo que cuentan los medios?
—No, no del todo es verdad, no estoy diciendo con esto que la mentira sea lo habitual, pero lo que se dice la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad, no es así.
—Pero afirma que la mentira no es la principal característica mediática ¿y lo es la información?
—No, la mentira no es lo que caracterizaría a lo que nos llega a diario de los medios, pero tampoco es la información ni el rigor.
—¿Y qué los define?
—Creo que es el desenfoque, la tergiversación, los dobles raseros, como ve muchos elementos que al final terminan logrando un producto que es diferente en mucho de lo que es la verdad, o como diría Kapuscinski algo que al final vendría a ser tan efectivo como la censura de una dictadura.
—¿Qué han supuesto en este contexto las redes sociales?
—Pues mucho menos de lo que se dice, han supuesto muchos titulares interesantes para los periódicos, muchas charlas para poder hablar en los cafés, mucha mitificación de las nuevas tecnologías pero más falta de rigor, más falta de contraste de las noticias y más sensación falsa de libertad de expresión.
—Un bloguero egipcio, (Wael Ghonim, responsable de marketing de Google para Oriente Medio y el norte de África) ha sido definido por la revista Time como la persona más influyente del mundo ¿se lo cree?
—A mí me parece que decir que un bloguero es la persona más influyente del mundo es una tontería, la persona más influyente no suele ser, no puede ser, una persona que escribe desde su casa en internet ¿no? Un bloguero puede ser muy importante, pero evidentemente porque alguien le da mucho dinero, alguien le da muchos premios, porque muchos periódicos lo sacan en portada y en sus páginas y porque dice exactamente lo que grandes grupos económicos y de poder quieren que diga. No es influyente, digamos que probablemente ese bloguero pueda ser un peón valioso para alguien que manda mucho y al que le está siendo de utilidad.
—Después de tantos anuncios de que por fin las tecnologías pondrían la información verdaderamente en manos de los ciudadanos y de que todos podríamos en última instancia intervenir en el sistema resulta que muchos teóricos aseguran que las redes sociales solo están perpetuando el modelo.
—Han ayudado un poco a trivializar la información y a darnos esa falsa sensación de libertad de expresión de la que hablaba, el ejemplo más claro me parece que es Wikileaks: se suponía que nos iba a dejar a todos la información de los cables y al final acabó dándosela a un cártel de cinco grandes grupos, es decir, de nuevo eran los de siempre los que tienen el poder, los que manejan la información y que en última instancia ni siquiera son medios de comunicación, son unos departamentos de unos grandes emporios económicos. Entonces lo que creo es que la verborrea en torno a las redes sociales forma parte de esta fascinación, de esta tecnofilia de moda ante las nuevas tecnologías de la información, pero, bueno, una cosa de 120 caracteres como es un Twitter no puede, evidentemente, informar de nada.
—¿Y qué le queda al profesional de la información?
—Alguna vez he dicho que el profesional es algo así como el albañil que pone ladrillos en una vivienda. El albañil no puede decir como va a ser la vivienda, porque ya el arquitecto ha hecho el plano, y tampoco puede decir las calidades de los ladrillos porque depende del presupuesto de la empresa, es alguien que se limita a poner ladrillos encima de otros. Evidentemente no es ajeno al constructor, pero su capacidad de maniobra es mínima, posiblemente un profesional de la información tiene poquísima capacidad de maniobra. ¿Podrían tener un perfil más rebelde? ¿Ser más subversivos? ¿Gritar más fuerte y pegar una patada en la mesa? Si, convendría un poco más de genio, de indignación, podría tenerlo y no lo tiene, pero es que al igual que ha pasado en la mayoría de los sectores de la sociedad hay una gran cantidad de sumisión, aceptación y alienación, es verdad que hay poco margen para el profesional pero tampoco la rebeldía es lo más característico de los periodistas.
—La Semana ha arrancado con una critica durísima al papel anestesiante de los medios ¿nos merecemos la mala fama?
—No, a la ciudadanía hay que decirle que la indignación no la tiene que reflejar en el periodista, en última instancia hay que ver quien es el que manda. ¿Y quién manda en los medios de comunicación? Pues los mismos que mandan en los bancos, en las aseguradoras, en las constructoras etc. Y si dice Zapatero que implantamos una política porque lo piden los mercados imagínese, también los mercados piden las portadas de los periódicos.
—¿Es verdad lo que cuentan los medios?
—No, no del todo es verdad, no estoy diciendo con esto que la mentira sea lo habitual, pero lo que se dice la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad, no es así.
—Pero afirma que la mentira no es la principal característica mediática ¿y lo es la información?
—No, la mentira no es lo que caracterizaría a lo que nos llega a diario de los medios, pero tampoco es la información ni el rigor.
—¿Y qué los define?
—Creo que es el desenfoque, la tergiversación, los dobles raseros, como ve muchos elementos que al final terminan logrando un producto que es diferente en mucho de lo que es la verdad, o como diría Kapuscinski algo que al final vendría a ser tan efectivo como la censura de una dictadura.
—¿Qué han supuesto en este contexto las redes sociales?
—Pues mucho menos de lo que se dice, han supuesto muchos titulares interesantes para los periódicos, muchas charlas para poder hablar en los cafés, mucha mitificación de las nuevas tecnologías pero más falta de rigor, más falta de contraste de las noticias y más sensación falsa de libertad de expresión.
—Un bloguero egipcio, (Wael Ghonim, responsable de marketing de Google para Oriente Medio y el norte de África) ha sido definido por la revista Time como la persona más influyente del mundo ¿se lo cree?
—A mí me parece que decir que un bloguero es la persona más influyente del mundo es una tontería, la persona más influyente no suele ser, no puede ser, una persona que escribe desde su casa en internet ¿no? Un bloguero puede ser muy importante, pero evidentemente porque alguien le da mucho dinero, alguien le da muchos premios, porque muchos periódicos lo sacan en portada y en sus páginas y porque dice exactamente lo que grandes grupos económicos y de poder quieren que diga. No es influyente, digamos que probablemente ese bloguero pueda ser un peón valioso para alguien que manda mucho y al que le está siendo de utilidad.
—Después de tantos anuncios de que por fin las tecnologías pondrían la información verdaderamente en manos de los ciudadanos y de que todos podríamos en última instancia intervenir en el sistema resulta que muchos teóricos aseguran que las redes sociales solo están perpetuando el modelo.
—Han ayudado un poco a trivializar la información y a darnos esa falsa sensación de libertad de expresión de la que hablaba, el ejemplo más claro me parece que es Wikileaks: se suponía que nos iba a dejar a todos la información de los cables y al final acabó dándosela a un cártel de cinco grandes grupos, es decir, de nuevo eran los de siempre los que tienen el poder, los que manejan la información y que en última instancia ni siquiera son medios de comunicación, son unos departamentos de unos grandes emporios económicos. Entonces lo que creo es que la verborrea en torno a las redes sociales forma parte de esta fascinación, de esta tecnofilia de moda ante las nuevas tecnologías de la información, pero, bueno, una cosa de 120 caracteres como es un Twitter no puede, evidentemente, informar de nada.
—¿Y qué le queda al profesional de la información?
—Alguna vez he dicho que el profesional es algo así como el albañil que pone ladrillos en una vivienda. El albañil no puede decir como va a ser la vivienda, porque ya el arquitecto ha hecho el plano, y tampoco puede decir las calidades de los ladrillos porque depende del presupuesto de la empresa, es alguien que se limita a poner ladrillos encima de otros. Evidentemente no es ajeno al constructor, pero su capacidad de maniobra es mínima, posiblemente un profesional de la información tiene poquísima capacidad de maniobra. ¿Podrían tener un perfil más rebelde? ¿Ser más subversivos? ¿Gritar más fuerte y pegar una patada en la mesa? Si, convendría un poco más de genio, de indignación, podría tenerlo y no lo tiene, pero es que al igual que ha pasado en la mayoría de los sectores de la sociedad hay una gran cantidad de sumisión, aceptación y alienación, es verdad que hay poco margen para el profesional pero tampoco la rebeldía es lo más característico de los periodistas.
—La Semana ha arrancado con una critica durísima al papel anestesiante de los medios ¿nos merecemos la mala fama?
—No, a la ciudadanía hay que decirle que la indignación no la tiene que reflejar en el periodista, en última instancia hay que ver quien es el que manda. ¿Y quién manda en los medios de comunicación? Pues los mismos que mandan en los bancos, en las aseguradoras, en las constructoras etc. Y si dice Zapatero que implantamos una política porque lo piden los mercados imagínese, también los mercados piden las portadas de los periódicos.
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